Robarle la libertad a un grafiti. El grafitero cubano Danilo Maldonado, conocido como El Sexto
(Foto. Orlando Luis Pardo Lazo)
Robarle la libertad a un grafitiLuis Leonel León / Publicado el martes 29 de julio del 2014
El mejor grafiti nace de un deseo incontenible de decir algo. Gritarlo ya. Ahora. En esta misma esquina. En el muro de enfrente. El grafiti es libertad. Tomar las calles, un pedazo de calle que sentimos nuestro, a golpe de trazos y palabras. Rebeldía. Ruptura de las reglas estéticas, sociales, ideológicas. Alerta. Remembranza. Alarma. Ilusión de perpetuidad o placer de lo efímero.
Hacer grafitis, más allá del imán de las modas y el comercio, en la mayoría de las calles del mundo suele ser acto de libertad creativa. Viñetas del alma para romper restricciones y liberar represiones personales o colectivas. Un grafiti salva un sueño del vacío, el miedo, el olvido. Pero dedicarse a hacer grafitis en las calles cubanas, como signos incandescentes de denuncia social, política y libertaria, es sobre todo un acto de valentía. El grafitero cubano Danilo Maldonado, conocido como El Sexto, estuvo hace poco varios días incomunicado en un calabozo por supuesta “violencia verbal”. Ya está de vuelta a las calles habaneras, pero su libertad está condicionada. De no comparecer dos veces por semana ante un Tribunal y la policía política, será inculpado y nuevamente enviado al calabozo, y de allí a la cárcel. Esta condición de medio preso no le permitirá viajar por su país y mucho menos al extranjero. No hay leyes que le amparen. Las leyes de las dictaduras sólo amparan a los dictadores. Sus amigos temen por su libertad. Condenan esta libertad secuestrada. Los grafitis de este espíritu libre son anhelos, alaridos, testimonios que hablan del enorme y silente pedazo de país que no sabe que existe un Sexto, que dibuja ilusiones en sus muros. Que reclama la atención del país hacia el país. Que decidió tatuarse, como homenaje y eterno grafiti en su propia piel, a Laura Pollán y Oswaldo Payá. El férreo control del régimen hace que la mayoría en la isla no conozca sus nombres. Pero los dos murieron anhelando liberar la isla cautiva. Igual sucede conEl Sexto.
(Foto. Orlando Luis Pardo Lazo)
(Foto. Orlando Luis Pardo Lazo)
(Foto. Silvia Corbelle)
(Foto. Silvia Corbelle)
Es evidente la perversa conexión entre la elaboración del caso de Santiesteban y la medida impuesta al El Sexto, varias veces detenido por pronunciarse contra el totalitarismo e igualmente amenazado de muerte. Lo mismo planearon contra Gorki, líder de la banda Porno para Ricardo, y otros más. Fórmula que implementarán una y otra vez, cada vez que les sirva para encarcelar la verdad y el valor de cualquier espíritu que se niegue a ser un cordero más de la Granja. El Sexto, al contrario de otros artistas, se niega seguirle el juego al Sistema. Se niega a la seudopachanga del Intercambio Cultural, a decir “yo sólo hago arte, yo no hago política”. Se niega a ser un mentiroso. Por ello ladictadura quiere robarle la libertad a sus grafitis. El Sexto es un grafiti de carne y hueso. Ideas que sólo pueden vivir en libertad. Que son la libertad. Como su arte. Sus ojos y sus sueños. No pocos se preguntan hasta cuándo va a callar la comunidad internacional la verdadera razón de estos sainetes judiciales, que sólo buscan amordazar a quienes se enfrentan al régimen corrupto, al sistema fallido, sus pretextos y mentiras. El Sexto corre grave peligro, pues corre grave peligro su libertad. Sirvan estas palabras como alarma. Un grafiti sobre la piel de la isla. Sobre la piel del mundo. Sobre la piel de las personas y gobiernos que no se volteen para no escuchar el grito. El sueño en busca de la libertad. Escritor, periodista y cineasta. |
Comentarios
Publicar un comentario